Cromañones de nuestros adentros

Solemos saber lo que tenemos, siempre y cuando sea contable –propiedades, ingresos, deudas, enfermedades, parentela, herencias–. Tampoco se nos escapa lo mucho que hacemos –para eso están agendas, obligaciones, exigencias, reproches–. Peor fortuna corre nuestro mayor caudal: lo que somos. Permanece ignorado y relegado al trastero de nosotros mismos. Somos cromañones de nuestros adentros.

La observación y el conocimiento de lo intangible requieren algo más que saber contar. Requieren querer ver y aceptar que lo que se ve existe, nos guste o no. Para empezar no faltan ocasiones: todo en nosotros y aun alrededor nuestro proclama a gritos lo que somos y lo que es.

También el arte apunta, como un dedo valiente e incansable que señala las verdades incómodas, hacia allí donde escuece mirar. Donde cura. Con dulzura y firmeza entra en nosotros. Pinta una marca en los tabiques que condenan las puertas de algunas habitaciones del alma. A veces abre un boquete en ellos para que podamos echar un vistazo. Derribarlo o no después ya es cosa nuestra.

En esta dirección camina decidido el espectáculo "Las ávidas raíces" que la compañía Cos de Lletra estrenó en febrero de 2017 en la Sala Sandaru de Barcelona. "Las ávidas raíces" pasa por el cedazo tupido del teatro las sombras del amor entre padres e hijos: los innumerables modos en que este amor se usa como cláusula y moneda en un negocio absurdo y cotidiano donde podemos acabar renunciando a lo que de veras somos. No es poca cosa. Atrévanse a ventilar su casa interior. Vengan a la función y vean, quizá por primera vez, paredes que los ocultan de sí mismos. Sin ser ¿qué valor tienen el hacer y el tener?

Próxima representación: Dau al Sec (Barcelona)
Del 5 al 8 de mayo de 2022



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